Mariquita Pérez fue una muñeca española ideada por Doña Leonor Coello de Portugal en 1938. Fue la más célebre de las décadas de los cuarenta, cincuenta y principios de los sesenta, aunque su producción se mantuvo hasta el año 1976. Está considerada una de las mejores muñecas que se haya fabricado en España y también figura entre las mejores de Europa de su época por su fabricación artesanal, calidad de los materiales empleados y la riqueza de vestuario y complementos.
Asimismo tuvo un gran éxito de acogida en otros países como Portugal, Argentina, donde también se fabricó, Venezuela y Cuba, en esta última era conocida como la “Reina de Cuba”.
Historia
Leonor Coello, hija del Conde Coello de Portugal, era una dama perteneciente a la nobleza madrileña que residía en San Sebastián durante la Guerra Civil Española y que se inspiró en su hija de dos años, Leonor de Góngora, para crear una muñeca. Durante este tiempo era frecuente verla pasear a su hija por la Playa de la Concha (San Sebastián), con una muñeca alemana de porcelana que había ganado en una de las frecuentes rifas benéficas que se celebraban entonces para recaudar fondos destinados al frente. Esta emprendedora vestía a la muñeca igual que la pequeña, suscitando el interés y la sorpresa entre bañistas y transeúntes. El éxito fue tal, que en sus recorridos por la citada playa la gente se paraba para ver a aquella niña rubia de ojos azules que llevaba entre sus brazos una muñeca con idéntico vestido. La propia Leonor Coello era quién dibujaba, cortaba y cosía los trajes de ambas.
No imaginaba que ese juguete, el cual había llegado a sus manos procedente de Alemania, iba a ser el embrión del negocio de su vida. Leonor que era una emprendedora nata con gran visión comercial, tuvo la idea de convertir a su hija en modelo, en la musa que sirviese de inspiración para una muñeca nueva y especial, distinta a las demás, una muñeca que se vestía de verdad, igual que las niñas de la época.
A pesar de la idea, la falta de capital le impedía poner en marcha el negocio, por lo que consultó entre sus amistades más allegadas para que la ayudasen a sufragar el proyecto, hasta que finalmente encontró a una socia capitalista en su antigua compañera del colegio del Sagrado Corazón, María del Pilar Luca de Tena de Fagalde, quién aportó el capital inicial para fundar la empresa Mariquita Pérez S. A.
Si bien la sociedad ya estaba constituida y contaba con el dinero necesario, no obstante quedaba todo por hacer, buscar el nombre, inventar una biografía y lo que es más importante; diseñar y fabricar la muñeca en sí.
Leonor quería un nombre muy español para su creación, por lo que no dudó en consultar a los amigos y compañeros de tertulia de su marido Manuel de Góngora, escritor y redactor jefe de la revista Blanco y Negro, entre los que se encontraban intelectuales de la talla de Luis Escobar, comediógrafo y director teatral; Jacinto Guerrero, músico y autor de zarzuelas; Felipe Sassone, novelista y diplomático, Eugenio d'Ors, filósofo y académico y Victor de la Serna, periodista. Leonor les explicó que la muñeca debía tener personalidad propia, historia, un nombre pegadizo y una familia. Atónitos al escuchar la insólita petición de Leonor, estos hombres con tantos años de estudio y erudición se pusieron delante de sus cuartillas a garabatear nombres y apellidos para una muñeca. Al ser español y fácil pensaron en el de María, pero al final se decantaron por el diminutivo de Mariquita. Respecto al apellido, eligieron el de Pérez porque era común y de los más extendidos en España, lo que se ajustaba a la familiaridad deseada.
Una vez terminada la guerra civil, las dos socias y la hija de Leonor dejaron San Sebastián y se dirigen a Onil (Alicante), al taller de uno de los más prestigiosos jugueteros, el artesano Santiago Molina, para encargarle la fabricación de mil muñecas, manifestándole las dos mujeres que estas debían ser idénticas a la hija de Leonor. El artesano tomó medidas a la niña para hacer el molde de la misma.
Las mil unidades confeccionadas en noviembre se vendieron todas entre noviembre y diciembre a un precio de 85 pesetas en 1940 (aunque ya había sido presentada a finales de 1939), cantidad reflejada en los catálogos del citado año. Se trataba un producto de lujo accesible solamente a las clases más pudientes, sirva como dato indicativo que el salario medio mensual no alcanzaba las 150 pesetas en una época en la que España atravesaba por un periodo de penuria económica, hambruna y autarquía.
Fenómeno social: Años 40 y 50
Ante el rotundo éxito de Mariquita Pérez, seis años más tarde el espacio se quedó pequeño y la tienda es trasladada a la calle Serrano número 8, en cuyo escaparate artísticamente decorado se expondría, para deleite de niños y adultos, la muñeca con su rico vestuario que cambiaba con cada temporada, convirtiéndose en fiel reflejo de la moda imperante en cada momento durante mas de tres decenios.
Poco después, y a medida que el negocio iba creciendo, la sede central de la empresa se instaló en una casa de tres pisos ubicada en la calle Núñez de Balboa 52 de Madrid; el taller de fabricación de muñecas y confección de ropa estaba situado en la planta baja y los pisos superiores se destinaron a salas de canastillas, tienda de trajes para niñas, que así podían vestir igual que sus muñecas y un salón para acomodar a la clientela. Por aquel entonces la compañía ya contaba con 25 empleadas entre diseñadoras, cortadoras, costureras, etc. A esto hay que añadir una planchadora y cinco trabajadoras más que se dedicaban por entero a los trajes de la muñeca.
El éxito no se detuvo en la primera tienda de Madrid, Leonor viajó por todas las provincias españolas en una furgoneta decorada con las identificativas rayas rojas y blancas conducida por un chófer. Recorría primero las ciudades importantes e investigaba cuales eran las tiendas más selectas, para seguidamente ofrecer a los propietarios la posibilidad de vender en exclusiva su muñeca. A cambio la empresaria proporcionaba la mercancía, papel de envolver con franjas rojas y blancas y el letrero que debía colocarse en el lugar más destacado de la fachada. Primero convirtió en franquicias de la marca las mejores jugueterías de Santander y Bilbao, a las que siguieron Segovia y el resto del país, llegando a contar con 40 estables en otras tantas provincias. También se abrieron otros establecimientos en Dallas, Chicago y Colombia, consiguiendo importantes beneficios.
Otra de las iniciativas de Leonor fue llevar a cabo desfiles infantiles donde las niñas se presentaban con los mismos trajes que sus muñecas, fueron muchas las niñas invitadas, entre ellas estuvo Marisol, que además utilizó vestidos de Mariquita Pérez hechos especialmente para ella en dos de sus primeras películas. Los desfiles de pasarela también se repitieron en algunas provincias españolas así como en el extranjero, llegando a presentarse una colección de vestidos de Mariquita Pérez en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York. Estos eventos se hacían siempre con fines benéficos.
El primer modelo de Mariquita Pérez fue fabricado en 1940 y estaba hecho de cartón piedra, tanto la cabeza como el cuerpo, a base de una mezcla de escayola, polvos de talco y pegamento que, una vez seca, se le daba forma con una lija. Tenía peluca de cabello natural, ojos de cristal fijo con cejas y pestañas superiores pintadas a trazo y boca cerrada. En cuanto al vestuario, llevaba un vestido de vichy de rayas rojas y blancas, dos lazos para el pelo del mismo tejido, zapatillas “topolino” de esparto a juego y ropa interior, este conjunto recibió el nombre de Mi Delantal. Precisamente las líneas rojas y blancas se convirtieron en emblema de la casa, desde las cajas en las que se vendía hasta el interior de los baúles donde se guardaban la muñeca y su exclusivo guardarropa.
Entre 1941 y 1942 salieron al mercado nuevos modelos, todavía fabricados en Onil por Santiago Molina, con algunas modificaciones: los ojos eran durmientes y las cejas y las pestañas inferiores estaban pintadas a trazo, mientras que las superiores eran naturales; la boca la tenía abierta y mostraba los dos incisivos centrales. En esta época aparecieron también las muñecas andadoras y articuladas. Su precio por aquel entonces ascendía ya a 110 pesetas de 1942.
La indumentaria se amplió con nuevos trajes, abrigos a juego con los guantes, calcetines, sombreros de fieltro, zapatos de piel y conjuntos de ropa interior, compuestos por camiseta, combinación y braga. Por otra parte este modelo de Mariquita Pérez tenía dos pelucas intercambiables, una con la melena corta y otra algo más larga.
Pronto se dio a conocer a su familia, a través de cuentos y de medios de comunicación como la radio: su padre, José Antonio Pérez de la Escalera, era un militar andaluz, y su madre, vasca, se llamaba Marta Carvajal y Goicoechea. Estudiaba en el Colegio de El Sagrado Corazón de Madrid, junto a su amiga Mariví, sus historias se recogían en las Aventuras de Mariquita Pérez, escritas por Juan Cuentista.
Leonor Coello decidió ampliar la familia y darle hermanos a Mariquita Pérez, al recién nacido se le llamó Juanín Pérez. El nombre surgió de forma espontánea, con la atracción de lo popular, y los materiales empleados en su manufactura debían ser los mismos que los de su hermana. Apareció por primera vez en 1941 a un precio de 77 pesetas y su tirada superó el millar. Estaba bañado al duco, con ojos que no se movían, cabello y pestañas pintados. Su guardarropa, que cubría todas las necesidades de un recién nacido, estaba muy elaborado con bordados de todo tipo: punto de cruz, festones, vainicas, encajes, entredoses, etc. El bebé llegó a tener un sistema para llorar y en la siguiente tirada se le cambió el ojo fijo por el durmiente. Más tarde llegó a fabricarse un bebé mecánico que se vendía por 300 pesetas.
Posteriormente aparecieron otras versiones: el Juanín de lujo, de ocho meses de edad con el cabello rizado y Juanín cadete, de unos ocho años de edad (al igual que su hermana), que apareció en 1942 cuando Leonor cambió de fabricante y se decantó por Florido. Vestía pantalón corto por la rodilla, camisa, corbata, gorra, abrigo de paño inglés, guantes de piel, chaleco, calcetines largos de lana y zapatos de piel marrón con suela de goma. Tenía el pelo cortado a navaja con raya a un lado. Salió del mismo molde que Mariquita Pérez y con el mismo color de piel, si bien con los rasgos cambiados. También Juanín llegó a contar con un amplio vestuario y al igual que su hermana mayor se ofreció una versión articulada y otra andadora.
En 1943, Mariquita Pérez, ya fabricada en Madrid por Florido, volvió a cambiar; se hizo más morena al mejorar la calidad del baño de pintura que se daba al cartón piedra para simular el color de la piel, que se llama al duco; se rebajó el colorete de las mejillas y el cabello se peinó a la moda con el bucletón: un bucle en la parte delantera a modo de flequillo, otros dos horizontales, más pequeños, a ambos lados de la cara y uno más grande en la nuca. Hay otros cambios más sutiles como las cejas trazadas con aerógrafo.
Con el tiempo el ajuar continuó multiplicándose: baúl, muebles, billeteros, paraguas, medallas, bolsos, abanicos, máquinas de fotos, misal, libros del colegio con pizarrines, gafas de sol, y hasta un perro de raza fox terrier llamado Olé. La vida de Mariquita Pérez era un fiel reflejo de las niñas de familias adineradas de entonces: asistía a un colegio de monjas, los domingos paseaba con sus perros por los parques de su ciudad, en verano viajaba a la playa y a la montaña, y a lo largo del año practicaba todo tipo de deportes: esquí, tenis, vela, etc., y desarrollaba sus aficiones. Además de la formación académica, recibía una sólida enseñanza religiosa católica, así como instrucción en el hogar para que el día de mañana pudiera hacerse cargo de las responsabilidades que de adulta debería asumir como ama de casa, esposa y madre en el ámbito de una familia cristiana de clase alta.
En 1945 comienza a vestirse con una excepcional colección de trajes regionales Españoles con una policromía, riqueza de detalles, calidad de los tejidos y variedad que los hace inigualables. Igualmente fue a mediados de la década de 1940 cuando Mariquita se introdujo en la isla de Cuba cosechando tal triunfo que se la llegó a conocer como "la Reina de Cuba".
En 1946 el esposo de Leonor tuvo que trasladarse a vivir a Argentina por asuntos de trabajo, le acompañarom su mujer e hijos, permaneciendo en el mencionado país hasta mediados de 1949. Propio de su carácter inquieto y decidido, Leonor intentó hacer una Mariquita Pérez igual a la española pero esto fue del todo imposible, pues el precio final se disparaba, por lo que tuvo que conformarse con un modelo muy inferior tanto en los materiales empleados; realizada en cerámica en frío lo que provocaba que fuera más pesada, como la indumentaria; poco variada y menos cuidada en el diseño, confección y calidades. Con una estatura algo más alta y marcada en inciso en la espalda, era diferente a la Mariquita española por lo que la empresaria nunca se implicó con el mismo entusiasmo y el resultado no fue exitoso.
Mientras tanto en España, las ventas de Mariquita Pérez estaban en pleno apogeo. Durante su ausencia Leonor delegó sus funciones en Asunción Robles, Emilia de la Cruz y Carmen Pérez de Aragón que eran personas de su total confianza, que la mantenían informada sobre cualquier asunto. Si bien María del Pilar era la responsable de la empresa.
La popularidad de Mariquita y Juanín con sus trajes regionales continuó hasta el cierre de la compañía. A este tipo de muñeca de menor tamaño las costureras la bautizaron como Mariví, tanto las del sexo femenino como el masculino. De este modo los turistas europeos que visitaban España podían llevarse una de recuerdo en la maleta.
La frenética demanda de vestuario y complementos colapsaron el taller de Núñez de Balboa, el cual carecía de máquinas cortadoras para confeccionar la ropa en serie, no obstante Leonor rechazó siempre la producción en masa. Por ello, la empresaria buscó conventos y casas de asilo femenino donde hicieran los vestidos para la muñeca. Se preparaba la labor y se cortaba la tela antes de enviarla a los conventos de San Miguel o San Pascual de Madrid. Las religiosas eran especialmente cuidadosas a la hora de elaborar el ropero de Mariquita Pérez, ese vestuario marcó la moda reinante hasta los años sesenta. Este éxito la llevó incluso a buscar ayuda en cárceles de mujeres.
La relación entre las dos socias, Leonor y María del Pilar, no fue siempre idílica y si bien la productividad continuaba aumentando, ambas decidieron separarse y dar por concluida la relación empresarial. María del Pilar vendió su parte del negocio a Leonor Coello, que se quedó con la totalidad de Mariquita Pérez S. A., se dijo en su momento que todo se debió a una falta de entendimiento entre las dos copropietarias.
En 1953 se produjo un nuevo cambio en la muñeca: el cuerpo se estilizó, se le pusieron ojos de fibra artificial, el cabello se peinó a lo garçon, con melena corta, la piel era más clara y sonrosada y la expresión de la cara se suavizó imprimiéndole un rostro algo más dulce. A partir de esa fecha, las muñecas fabricadas en los talleres de la calle Núñez de Balboa llevaban su nombre impreso en la espalda con letras rojas, no así en cambio las realizadas por Muñecas Florido. Se sospecha que esta medida fue adoptada por la empresaria, tras descubrir que el citado fabricante Florido estaba comercializando otras muñecas de tamaños distintos al de Mariquita pero con igual expresión.
Son las piezas manufacturadas en los años 40 y 50 las más cotizadas y buscadas por los coleccionistas, aunque el excepcional vestuario donde primaba la elección de las mejores telas, así como el exquisito diseño, corte y confección del mismo, prosiguió hasta el final de sus días en 1976, destacándose claramente de entre la competencia.
Me ha encantado tu redacción! soy super fan de mariquita perez! Besoss
ResponderEliminarMe ha encantado tu redacción! soy super fan de mariquita perez! Besoss
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